El espectacular rescate de los 33 mineros chilenos que desde el 5 de agosto estuvieron confinados en una galería de una mina a más de 700 metros de profundidad, es una lección de lo que es posible cuando la voluntad solidaria es la que mueve la tecnología.
Desde el día del percance, Gobierno y pueblo chilenos han estado unidos en solidaridad por la suerte de estos hombres, dedicados a una de las tareas más riesgosas. Y hay que contar como factor importantísimo la voluntad de vivir de los propios mineros, que quizás por estar habituados a las profundidades lograron sobreponerse a la duda, la depresión y el abandono.
Este hecho sin precedentes debe llevar a cada ser humano una lección de fraternidad y solidaridad. Un mensaje que indica claramente lo que se puede lograr cuando la voluntad mueve toda la complicada tecnología que se ha necesitado para un rescate como este, hasta ahora único en su género.